Qué es la APS o ansiedad por separación?

Para muchos está terminando el periodo vacacional después de unos buenos días disfrutando del ocio, del descanso y de los largos ratos junto a nuestros Dálmatas los que, si les ha sido posible acompañarnos, se han acostumbrado a tenernos cerca todo momento.
Llegó la hora de volver a la rutina y retomar los horarios y las actividades propias de la normalidad del día a día y, aunque pueda parecer muy obvio, debemos tener en cuenta que esto también afecta a nuestros perros.
El apego extra e incluso la dependencia que puede haberse generado durante las vacaciones o los periodos continuados sin separarnos de nuestros Dálmatas es a veces un obstáculo para volver a la normalidad, en el momento de pasar menos tiempo con ellos. Ellos también viven “la vuelta al cole” y como resultado pueden sufrir la conocida ansiedad por separación.
 
Qué es la ansiedad por separación o APS?

La ansiedad por separación es la reacción o el estado emocional negativo que se observa de las especies más sociales, como el perro, en separarse de sus dueños y es el segundo problema de comportamiento más frecuente a día de hoy. Se puede dar a cualquier edad aunque suele afectar en especial en cachorros y perros jóvenes.
Su alta incidencia y la falta de bienestar que supone para el perro así como para su familia lo hace un problema de gran importancia; puede causar conflictos con el vecindario si este lo manifiesta llorando o aullando, pérdidas económicas si lo exterioriza haciendo destrozos en casa, e incluso derivar en autolesiones. Las causas habituales de APS son el hiperapego y el miedo.
El primero es el resultado de un vínculo o relación de dependencia, que a menudo es bidireccional y muchas veces reforzado por el propietario sin darse cuenta. Es muy típico en cachorros (hiperapego primario) o perros de cualquier edad recién adoptados, que han sufrido carencia afectiva (hiperapego secundario). El segundo, el miedo, ocurre cuando el animal se queda solo en casa y se asusta, o sufre algún tipo de temor por un motivo concreto, hecho que causa un precedente y que no quiera quedarse solo. Esta causa suele ser más complicada de tratar ya que en algunas ocasiones se desconocen el motivo que causó el miedo.

 
Cómo detectarla?

Los signos clínicos y más evidentes de la APS son, de mayora menor:

1. Destrozos en casa
2. Vocalizaciones: ladridos, aullidos…
3. Problemas de eliminación (pipis y cacas en casa)
4. Nerviosismo, hipervigilancia, deambulación
5. Ayuno en ausencia del propietario o familia
6. Hipersalivación (el estrés causa salivación excesiva)
7. Jadeo y aumento de la frecuencia cardíaca
8. Autolesiones
9. Agresividad

 
Cómo solucionarla?

Por desgracia, los mecanismos de aprendizaje de los animales, sobre todo perros, dejan muy poco margen a la equivocación, por lo que es importante tener paciencia y ser 100% constantes con las indicaciones que se apliquen y no obviarlas en ninguna ocasión, ya que eso puede eliminar todo el recorrido ganado y este no es un problema que se corrija en unos días. Todos los miembros que conviven en casa deben aplicar el tratamiento y actuar de la misma forma para evitar regresiones.

Hay algunas medidas que ayudan a fijar estos cambios:

Antes de salir:
– Ignorar al perro 20-30 minutos antes de irnos. No darle pistas de que vamos a salir ni despedirnos de él.
– Ocultar o cambiar el orden de aquellas cosas que hacemos antes de salir y que más alteran lo alteran. Modificar la rutina de salida.

Al llegar:
– Ignorar la conducta del perro hasta que se calme o actúe con normalidad.
– Solo podrá recibir atención si es por iniciativa nuestra. No debemos responder a sus llamadas de atención.
– No debemos castigar al perro por lo que hizo en nuestra ausencia, si lo hacemos no entenderá el motivo y solo aumentará su ansiedad. Ellos no recuerdan qué hicieron hace una hora.
– No volver a casa si se le oye ladrar o llorar, eso reforzará su conducta y lo hará cada vez que quiera que volvamos.

En casa:
– Solo recibirá atención si es por iniciativa nuestra, ignoraremos sus llamas de atención, consiguiendo así que sea más independiente.
– Premiar al perro siempre que esté relajado lejos de nosotros. Si lo hace demasiado cerca deberemos ignorarlo.
– Identificar las acciones que le ponen más nervioso y realizarlas sin llegar a salir de casa. El objetivo es que el perro se acostumbre a ellas.

Si identificamos estos signos en nuestro Dálmata y detectamos que puede padecer ASP, es recomendable buscar ayuda de un especialista en comportamiento animal que pueda guiarnos, un etólogo será un gran elemento a tener en cuenta.